19 de abril de 2013

Desde mi cielo

Titulo: Desde mi cielo
Autor: Alice Sebold
Año: 2003 (2010)
Traducido por: Aurora Echevarría

Editorial: Mondadori
Temática: Hacer frente a la muerte y el duelo
Páginas: 336
ISBN: 978-84-397-2300-4

Sinopsis: Cuando conocemos a Susie Salmon, sabemos que ya está en el cielo, en su nuevo hogar. Desde allí nos va a relatar, con la inconfundible voz de una adolescente de catorce años, una historia tan inquietante como alentadora: la de su propio asesinato a manos de un vecino y el proceso de recuperación por el que van a tener que pasar sus seres queridos. Tras su muerte, Susie contempla cómo la vida continúa sin ella; sus compañeros de colegio rumorean sobre su desaparición, su familia mantiene la ilusión de encontrarla con vida y el asesino se esfuerza en borrar las huellas del crimen. Los acontecimientos se suceden al tiempo que Susie se va adaptando a ese lugar llamado cielo, un refugio mágico donde encuentra consejeros que le ayudan a entender la muerte y amigos con los que convivir, un nuevo hogar donde halla todo lo que desea excepto lo más importante: reencontrarse con las personas a las que ama y que viven en la Tierra. Desde mi cielo es una historia asombrosa y de extraordinaria ternura que parte de una de las pruebas más dolorosas a las que, desgraciadamente, a veces tenemos que enfrentarnos: la pérdida de un ser querido. Pero es también un relato lleno de esperanza que nos habla del poder curativo del amor.

  • Me llamo Salmon, como el pez; de nombre, Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron, el 6 de diciembre de 1973.
  • La vida para nosotros es un perpetuo ayer.
  • Empecé a abandonar mi cuerpo. Empecé a habitar el aire y el silencio.
  • En nuestros cielos habíamos plasmado nuestros sueños más sencillos.
  • Y nuestros cielos se ampliaban a medida que se agrandaba nuestra amistad.
  • –Solo tenéis que desearlo, y si lo deseáis lo bastante y comprendéis por qué lo hacéis, lo sabéis de verdad, entonces sucederá.
  • En nuestro cielo había una tienda de helados donde, si pedías determinados sabores, nunca te decían: «No es la época»;
  • El cielo no era perfecto. Pero llegué a creer que, si observabas con atención y lo deseabas, podías cambiar la vida de los seres que querías en la Tierra.
  • En papel de arroz especial de su madre, me había escrito una nota de amor que yo nunca llegué a leer.
  • La fina pared de cristal que había protegido su corazón –y de alguna manera la había insensibilizado, impidiéndole creer– se hizo añicos.
  • Dobla los bordes de tu persona de manera que nadie te vea.
  • era un lugar real, un Intermedio, donde el horizonte del cielo se juntaba con el de la Tierra. Quería adentrarme en el azul lavanda de las ceras Crayola, el azul marino, el turquesa, el cielo.
  • la vida se aleja de ti como un bote se aleja inevitablemente de la orilla, y te agarras con fuerza a la muerte como si fuera una cuerda que te transportará y de la que te soltarás, confiando únicamente en aterrizar lejos de donde estás.
  • Los ojos de mi madre eran océanos y dentro de ellos había sensación de vacío.
  • Algo tan divino que nadie en el cielo podría haberlo inventado: la preocupación de un niño por un adulto.
  • La verdad era que la línea divisoria entre los vivos y los muertos podía ser, por lo visto, turbia y borrosa.
  • En mi cielo floreció. En mi cielo los pétalos de geranio se arremolinaron hasta mi cintura. En la Tierra no pasó nada.
  • Estaba sola en un mar de pétalos brillantes.
  • «Creo que Susie me observa».
  • Lo besó; fue maravilloso. Yo casi volvía a estar viva.
  • –Eres guapa, Susie Salmon.
    Oí la voz, pero no la localicé enseguida. Miré alrededor.
  • Levantó la mirada hacia el cielo y dijo «Gracias». Me gustaba pensar que hablaba conmigo.
  • Estoy allá abajo, esperando; estoy aquí arriba, observando.
  • –Se fue un tiempo, pero ahora sé que ha vuelto.
  • «Estás muerto, caballero –decía–. Es hora de seguir con mi vida.»
  • La abuela Lynn predijo que yo iba a tener una vida larga porque había salvado la de mi hermano. Como de costumbre, la abuela se equivocó.
  • En el espejo vio algo diferente que yo también vi: una adulta capaz de valerse por sí misma.
  • su diario la sumergía en una fantasía en la que era una poetisa tan extraordinaria que sus palabras tenían el poder de resucitarme.
  • Se había acostumbrado a la luz fantasmal de detrás de la llama de la vela, ese reflejo tembloroso en el cristal de la ventana.
  • Estaba a punto de entregarse al sueño cuando los dos vimos lo mismo: otra luz.
  • Yo inundé el campo de trigo, encendí hogueras a través de él para iluminarlo y envié tormentas de granizo y flores, pero no sirvieron para advertirlo.
  • Yo empujé una y otra vez los límites inamovibles de mi cielo. Quería alargar una mano y levantar a mi padre, llevármelo lejos.
  • No podía hacer nada, atrapada en mi mundo perfecto.
  • Una de las ventajas de mi cielo es que puedo retroceder hasta esos momentos, volver a vivirlos, y estar con mi madre de una manera en la que nunca habría podido estar.
  • Para las dos se trataba de perdernos. Ella se perdía en su historia, yo en su parloteo.
  • se aferró a él como si al otro lado del beso pudiera haber una nueva vida.
  • Y allí estaban, unas luciérnagas que se encendían y expandían en remolinos y aullidos a medida que abandonaban los cuerpos humanos.
  • Su intención había sido proporcionarle pistas que pudiera utilizar como peldaños para subir de nuevo hasta ella,
  • Un poco más adelante, alcancé a ver un hermoso y viejo olivo.
  • Porque el horror de la Tierra es real y cotidiano. Es como una flor o como el sol; no puede contenerse.
  • Tenía el cuerpo que yo nunca tendría. Pero la luna le iluminaba la piel y sus ojos eran océanos. Estaba vacía, perdida, abandonada.
  • Esa noche soñé que volvía a besarla y me pregunté si ella pensaba lo mismo.
  • Yo siempre estaré aquí, pase lo que pase.
  • Me encantaba cómo los flashes de la Kodak Instamatic señalaban un instante que había pasado y que ya habría desaparecido para siempre si no fuera por la foto.
  • había descubierto una forma de detener el tiempo y conservarlo. Nadie podía arrebatarme esa imagen, porque me pertenecía.
  • Las tartas de manzana eran de Ruana: el cielo en la Tierra.
  • Escribió a mis hermanos postales llenas de los alegres fragmentos de su vida, esperando parecer optimista en el limitado espacio de una postal.
  • En un restaurante pidió un café con una tostada y la untó de lágrimas.
  • Ninguno se perdería mientras yo estuviese allí, observando.
  • El frío del cristal en los dedos lo reconfortaba, y lo sacudió para ver cómo el pingüino desaparecía bajo la nieve ligera y volvía a aparecer poco a poco.
  • Fue Buckley quien me vio,
  • Fue solo un instante, y luego desaparecí.
  • «El alcohol daña tanto a los tejidos como a las personas».
  • Le gustaba imaginar que cuando pasaba el mundo se volvía a mirarla,
  • Oía el reloj devolviéndome mis dos grandes deseos con ese mismo ritmo: «Muere por mí», «No mueras por mí»;
  • Dio media vuelta y se alejó, y desapareció rápidamente entre motas de polvo. El infinito.
  • –Hola, Ojos de Océano –dijo él.
  • Tuve la sensación de que no me correspondía estar allí, que debía irme. Pero estaba pegada con cola.
  • Yo siempre había estado enamorada de él. Conté las pestañas de cada ojo cerrado. Pensé en lo que casi fue, en lo que pudo haber sido,
  • Temía lo que más deseaba: que me besara.
  • –Tu primer beso es el destino que llama a tu puerta
  • Se necesita una cirugía complicada para reparar el planeta.
  • debajo de la sima había todo un pueblo subterráneo cuya existencia nadie conocía, y la gente que vivía en él recibía esos electrodomésticos como regalos de un cielo terrenal.
  • Fue en ese momento cuando caí a la Tierra.
  • Miré a Ray y supe por qué estaba yo allí. Para llevarme un trozo de cielo que nunca había conocido.
  • –Cuando me besas veo el cielo –dije.
    –¿Qué aspecto tiene?
    –Es diferente para cada uno.
  • Se parece a todo aquello con que has soñado alguna vez.
  • Esos eran los queridos huesos que habían crecido en mi ausencia: las relaciones, a veces poco sólidas, otras hechas con grandes sacrificios, pero a menudo magníficas, que habían nacido después de mi desaparición. Y empecé a ver las cosas de una manera que me permitía abrazar el mundo sin estar dentro de él.
  • –Ha pedido un préstamo para comprar casas viejas cuya demolición aún no se ha anunciado. Tiene intención de restaurarlas –explicó Ray.
    –Dios mío –dijo Samuel.
    Y yo desaparecí.


Una novela conmovedora, luminosa y oscura, que nos habla del dolor y la pérdida desde un lugar fuera de lo común.
  • Lo mejor: El cielo; los personajes.
  • Lo peor: Nada.
  • ¿Os han gustado las frases?

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