11 de abril de 2013

Las dos después de medianoche

Titulo: Las dos después de medianoche
Autor: Stephen King
Año: 1990 (2013)
Traducido por: Susana Constante

Editorial: Debolsillo
Temática: Cuentos de Terror y Fantasmas
Páginas: 528
ISBN: 978-84-9032-613-8

Sinopsis: Miedo multiplicado por dos es igual a terror absoluto. Atado a un asiento de avión en un vuelo más allá del infierno. Atrapado en las profundidades de la peor pesadilla de un escritor. Simplemente, estás en las manos de Stephen King: te dejará tieso con un extraordinario doblete de novelas, garantizando el paro cardíaco a... las dos después de medianoche.

  • Los langoliers
  • Exactamente a las diez y catorce minutos de la noche, Brian Engle detuvo el American Pride L1011 ante la puerta 22 y apagó el letrero luminoso de ABRÓCHENSE EL CINTURÓN.
  • fue como si tuviera un ascensor dentro de la cabeza y Anne estuviera dentro, y el ascensor se precipitara al vacío...
  • No renuncies a tu miedo, pero tampoco te entregues a él. Conserva la calma e intenta razonar. Te sorprenderá la cantidad de veces que este sistema funciona.
  • Si todos se han ido, ¿quién pilota el avión?
  • Más allá de las dos pequeñas ventanillas rasgadas, un billón de estrellas parpadeaban en el cielo del amanecer.
  • sintió algo así como si un cerrojo empezara a ceder dentro de su cerebro.
  • sintió que toda la estructura de pensamiento organizado empezaba a resbalar lentamente en dirección a un abismo oscuro.
  • ¡Mire el lado positivo! Probablemente, la compañía aérea le devolverá el importe íntegro del billete.
  • La mayor parte de aquellos relatos trataban de una raza de monstruos llamados los langoliers.
  • Cuando bajes por la escalerilla ni siquiera tendrás que mirar mi fotografía. Tendré tal cosquilleo en el estómago que lo único que necesitarás hacer será buscar al tipo que esté flotando cerca del techo...
  • la prudencia es el ingrediente esencial del valor.
  • —Lo sé, pero tengo miedo de lo que pueda haber bajo esas nubes. O de lo que no haya.
    —Bueno, lo descubriremos juntos.
  • —¿Qué ha sido eso?
  • —Allí —dijo con voz soñadora, y Laurel sintió que el terror empezaba a apretar su corazón con dedos helados.
  • Tal vez entender no nos salve la vida, pero cada vez estoy más convencido de que no entender puede dejarnos sin ella muy pronto.
  • Sintió que se le erizaban los pelos de la nuca.
  • Parece mucho más hermosa de lo que realmente es porque no es tuya y nunca podrá serlo.
  • Las sombras parecían ir en su busca y envolverla en sus manos ansiosas y oscuras.
  • En ese momento, el encendedor se apagó y quedaron en la oscuridad.
  • Hasta el cielo parecía temblar con él, y durante un segundo el miedo lo dejó petrificado.
  • Espera a los guardianes del tiempo, de la eternidad, que no cesan de correr tras él limpiando la confusión de la manera más eficaz: comiéndosela.
  • El avión sobrevolaba un creciente abismo de tinieblas, una cisterna eterna que parecía no tener fin.
  • Podría pasarse todo el viaje de regreso pegado a los labios de esta chica sin una sola preocupación en el mundo.
  • Había algo tranquilizador y sedante en el hecho de que las viejas constelaciones aparecieran, una a una, en sus lugares habituales.
  • Ahora la oscuridad era total y las estrellas brillaban como lentejuelas en un traje de fiesta femenino.
  • A veces las cosas no se ven porque son demasiado pequeñas, pero en otros casos se ignoran porque son demasiado grandes, demasiado obvias.
  • —Pues yo creo que la próxima vez que tenga que ir a Boston cogeré el tren.
  • Los seis corrieron juntos por el vestíbulo hacia la escalera mecánica, al encuentro del mundo que había más allá.

  • Ventana secreta, secreto jardín
  • —Usted me robó la historia —aseguró el hombre de pie en el umbral—, me robó la historia y habrá que hacer algo al respecto.
  • Lo correcto es lo correcto y lo justo es lo justo, y hay que hacer algo.
  • Cuando alguien te tiende algo, tu primer instinto es cogerlo. No importa que sea un cheque de mil dólares o un cartucho de dinamita con la mecha encendida: la primera reacción es cogerlo.
  • Esto es entre usted y yo. No necesitamos a nadie más, señor Rainey.
  • Una mujer capaz de robar tu amor, cuando tu amor era todo lo que tenías, no era una buena mujer.
  • —Sé que puedo hacerlo —dijo Todd Downey, cogiendo otra panocha de maíz de la olla hirviendo—.
  • Estoy seguro de que, con el tiempo, su muerte será un misterio hasta para mí.
  • Se sentía perdido de una manera para la cual tal vez no hubiese palabra.
  • Miró dentro del paquete. Vio tres diminutos clavos de ataúd, todos en fila.
  • Viajeros en el tiempo de otra era, cabalgando a través de los años, pacientes viajeros cilíndricos con la misión de esperar, perseverar, atender a la llegada del momento apropiado para ponerme en el camino del cáncer de pulmón.
  • Pero el momento llega. Siempre lo hace.
  • Lo que le despertó una hora y cuarto más tarde fue el teléfono.
  • probablemente el infierno fuera semejante a la manera como te sentías al despertar de un sueño largo y profundo en una tarde calurosa.
  • una de las ventajas de vivir solo era que podías hablar contigo mismo en voz alta sin que nadie se preguntara si estabas loco.
  • Mort se agarró al borde del diván justo a tiempo de ahorrarse un breve y tal vez doloroso viaje hasta el suelo de la sala.
  • Las palabras salían de su boca a ráfagas ásperas, cortadas por el castañeteo de los dientes—.
  • Se colocó de lado, pensando que tardaría mucho en dormirse, y entonces el sueño rodó sobre él como una ola tersa y oscura. Y si alguien se acercó a espiarlo mientras dormía, no se enteró.
  • En las novelas, todo se relaciona, pero la experiencia me dice que en la vida real a veces las cosas suceden simplemente.
  • A veces la vida imita al arte.
  • El relato. Podía llamarse «Tiempo de siembra» o «Ventana secreta, secreto jardín», pero cuando se limaban las pequeñas diferencias eran una sola y misma cosa.
  • Es la mejor habitación de la casa, al menos para mí, porque casi nadie va allí, salvo yo. Tiene una ventana secreta y da a un jardín secreto.
  • Era bueno disponer de mundos ficticios donde refugiarse cuando el mundo real te había herido.
  • Mear y pensar tienen mucho en común —pensó, mientras salía del coche y se bajaba la cremallera del pantalón—. Puedes demorarlo, pero no indefinidamente.
  • no era Shooter lo que le daba miedo; lo que lo asustaba era no encontrar nada.
  • —¡Sé que está ahí dentro! —gritó a la puerta cerrada del dormitorio—. ¡Si está bajo la cama, será mejor que salga!
  • —¡Bestezuela huidiza y cobarde! —dijo al ratón de campo que corría ciegamente por la bañera—. ¿Qué pánico anida en tu corazoncillo?
  • Las mercancías que quiero están dentro de su cabeza. Tiene las mercancías guardadas en una especie de caja fuerte. El problema es que no puedo volar la puerta ni abrirla con el soplete.
  • Intentaba descubrir cuánto te amo. Ya sabes, contando las maneras.
  • Entonces, se fue al sofá de la sala envuelto en una especie de bruma, se golpeó las piernas con la mesilla de café, maldijo con voz monótona, se acostó, ajustó los cojines detrás de su cabeza y, casi inmediatamente, se hundió en un pozo negro.
  • Se acercó a la puerta trasera y la abrió. Allí, en el suelo de madera del porche, estaba el sombrero negro de copa redonda de John Shooter.
  • —Bueno, dicen que no tener noticias es una buena noticia.
  • —Su voz era firme, pero él sintió que en lo profundo de esa voz había lágrimas—.
  • Nunca olvidaré tu cara cuando abriste la puerta de la habitación del motel. Me llevaré ese recuerdo a la tumba.
  • Solo quiero que vivas y seas feliz. ¿No lo ves? ¿No puedes hacerlo?
  • Se despidió y cortó la comunicación. Permaneció un momento junto al teléfono, pensando que seguramente rompería a llorar. Pero pasó. Tal vez ese fuese el verdadero horror.
  • Por último, se acercó al diván, ajustó los cojines y se echó. Junto a su mejilla, la lluvia fría tamborileaba contra el vidrio oscuro.
  • Anoche pensaste en él.
    Querrás decir que soñaste con él,
  • Aparentemente, su escritura era la única voz que tenía.
  • Oyó un ruido —o creyó oírlo— y miró rápidamente a su alrededor. Allí no había nada.
  • Volvió a pensar en la grieta en la cristalera, en aquel insensato rayo que zigzagueaba y ascendía por el centro de las cosas. Es así como sucede —pensó—. Es así como sucede en la vida de una persona.
  • Amy estaba saliendo del coche, y cuando cerró la puerta a sus espaldas, la mano que habitaba en el cerebro de Mort bajó la persiana y él quedó sumido en la oscuridad.
  • Y, peor aún, estaba grabada en la lustrosa madera de cerezo de la mesa, en grandes letras aserradas de casi un metro de alto, como una grotesca declaración de amor: SHOOTER.
  • No estará asustada mucho tiempo —añadió, empezando a avanzar hacia ella.
  • El dolor ocupaba todo el mundo.
  • En su índice había un pequeño punto de sangre. Parecía un signo de puntuación, el punto que termina una frase.
  • Apoyó la cabeza en su pechó y lloró. Cuando alguien se le acercó por la espalda y le puso una mano consoladora en el hombro, Amy no volvió la cabeza.


Una colección de relatos terrorífica y misteriosa, ideal para leerla a medianoche.
  • Lo mejor: Ventana secreta, secreto jardín.
  • Lo peor: Los langoliers.
  • ¿Os han gustado las frases?

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