El gran Gatsby

Titulo: El gran Gatsby
Autor: Francis Scott Fitzgerald
Año: 1925 (2015)
Traducido por: José Luis López Muñoz

Editorial: Debolsillo
Temática: Ficción Clásica
Páginas: 192
ISBN: 978-84-6632-971-2

Sinopsis: El gran Gatsby es un retrato de la Jazz Age que captura el espíritu de la generación de Scott Fitzgerald y le concede un trono permanente en el Olimpo de la literatura norteamericana. El millonario hecho a sí mismo, Jay Gatsby, personaliza una de las obsesiones del autor y de la sociedad de su país: la combinación de dinero, ambición y lujuria como promesa de nuevos comienzos.

• Cuando era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces.
  «Siempre que sientas deseos de criticar a alguien —me dijo—, recuerda que no a todo el mundo se le han dado tantas facilidades como a ti.»
• Suspender el juicio conlleva una esperanza infinita.
• Tan solo Gatsby, el hombre que da título a este libro, quedaba al margen de aquella reacción mía:
• había algo espléndido en él, cierta exaltada sensibilidad ante las promesas de la vida, como si estuviera conectado a uno de esos complicados mecanismos que registran terremotos producidos a quince mil kilómetros de distancia.
• era un don extraordinario para la esperanza, una disponibilidad romántica como nunca he hallado en otra persona y no es probable que vuelva a encontrar.
• En lugar de ser el cálido centro del mundo, el Medio Oeste me pareció entonces una especie de deshilachado borde del universo,
• ¡Había tanto que leer, por una parte, y tanta salud que aspirar del aire renovado, dador de vida!
• en realidad, a la vida se la contempla con mucho mejores resultados desde una sola ventana.
• La brisa atravesó la habitación, hinchando los visillos, semejantes a banderas descoloridas,
• —La alegría me ha dejado sin fu-fuerzas.
• De nuevo subió hasta mis labios una disculpa.
• —¿Gatsby? —preguntó Daisy—. ¿Qué Gatsby?
• ¿No esperáis siempre a que llegue el día más largo y luego se os pasa sin daros cuenta?
• —Bueno, es un libro excelente, y debería leerlo todo el mundo.
• Lee libros muy serios con palabras de muchas sílabas.
• los últimos rayos del atardecer cayeron con romántica intensidad sobre su rostro resplandeciente;
• Me recuerdas..., me recuerdas a una rosa; una rosa sin duda alguna.
• brotaba de ella algo cálido y conmovedor, como si estuviera tratando de entregar su corazón ocultándolo en una de aquellas emocionadas e intensas palabras.
• su mirada se perdió gradualmente en el crepúsculo aterciopelado.
• «Muy bien —dije—, me alegro de que sea niña. Y espero que sea estúpida...; es lo mejor que una chica puede ser en este mundo, bonita y estúpida.»
• una noche clara y llena de ruidos, con batir de alas entre los árboles y un persistente sonido de órgano, como si los grandes fuelles de la tierra estuvieran llenando de vida a las ranas.
• de la sombra de la mansión de mi vecino había surgido una figura que, con las manos en los bolsillos, contemplaba la plateada multiplicidad de las estrellas.
• las cenizas, como si fueran trigo, crecen formando crestas y colinas y jardines grotescos;
• Los ojos del doctor T. J. Eckleburg son azules y gigantescos, con pupilas de un metro de altura.
• Solo me he emborrachado en dos ocasiones en mi vida, y la segunda vez fue aquella tarde;
• El cielo de la tarde floreció durante un momento en la ventana como la miel azul del Mediterráneo;
• Estaba dentro y fuera, simultáneamente atraído y repelido por la inagotable diversidad de la vida.
• La gente desaparecía, reaparecía, planeaba ir a algún sitio, y luego se perdía, se buscaba y volvía a encontrarse a un metro de distancia.
• En sus jardines azules —y entre susurros, champán y estrellas— invitados de ambos sexos iban y venían como mariposas.
• su comentario se dirigió a la luna precoz que, como la cena, también había salido, sin duda alguna, de la cesta de un restaurador.
• —¿Ven? —exclamó triunfalmente—. Una pieza genuina de material impreso.
• —Gatsby soy yo —dijo de repente.
  —¿Cómo? —exclamé—.
• Era una de esas raras sonrisas con inagotable capacidad para tranquilizar que solo se encuentran cuatro o cinco veces en toda una vida.
• Y a mí me gustan las fiestas multitudinarias. Son muy íntimas. En las que se dan para poca gente no hay manera de estar a solas.
• —Ha sido... sencillamente asombroso —repitió con aire distraído—. Pero he jurado que no lo diría, y aquí estoy despertando su curiosidad.
• No es que llegara a enamorarme, pero sentía algo así como una tierna curiosidad.
• aceptaron la hospitalidad de Gatsby y le rindieron el sutil tributo de no saber absolutamente nada acerca de él.
• el magnífico coche de Gatsby subió a trompicones la avenida llena de piedras que llevaba hasta mi puerta
• coleccioné joyas, sobre todo rubíes, me dediqué a la caza mayor, pinté un poco, aunque solo para distraerme, y traté de olvidar algo muy triste que me había sucedido mucho antes.
• le vi abrir un cofre de rubíes para aliviar, con sus inagotables reflejos carmesíes, el dolor lacerante de su corazón destrozado.
• La ciudad desde el puente Queensboro es siempre la ciudad vista por vez primera, intacta todavía, su primera promesa desmesurada de todo el misterio y de toda la belleza del mundo.
• —He venido a almorzar con el señor Gatsby.
  Me volví hacia él, pero había desaparecido.
• la miraba mientras Daisy me hablaba, y lo hacía de esa manera con que todas las chicas quieren que se las mire en un determinado momento,
• Es una ventaja no beber entre personas que beben mucho.
• —Gatsby compró la casa para tener a Daisy al otro lado de la bahía.
  De manera que las estrellas no eran el único objeto de sus anhelos en aquella noche de julio.
• «Solo existen los perseguidos y los perseguidores, los ocupados y los fatigados».
• El jubiloso tintineo de su voz bajo la lluvia resultó ser un tónico muy vigoroso.
• —¿Estás enamorado de mí —me susurró al oído—, o hay otro motivo para que haya tenido que venir sola?
• Sentados en los dos extremos del sofá, se miraban como si acabaran de hacerse una pregunta o estuviesen a punto de formulársela,
• —Me parece maravillosa, pero no entiendo cómo puedes vivir ahí completamente solo.
• Gatsby sacó un montón de camisas y empezó a arrojarlas, una a una, delante de nosotros, camisas de hilo puro y seda gruesa y delicada franela,
• Me entristece no haber visto nunca... unas camisas tan hermosas.
• —Si no fuera por la niebla veríamos tu casa al otro lado de la bahía —dijo Gatsby—. Siempre tienes una luz verde que brilla toda la noche al final del embarcadero.
• la luz verde estaba muy cerca de su amada, tocándola casi. Le parecía tan próxima como una estrella lo está de la luna.
• Me gustaría tener una de esas nubes de color rosa para colocarte encima y llevarte de aquí para allá.
• No existe fuego ni lozanía capaz de competir con lo que un hombre atesora en el fantasmagórico mundo de su corazón.
• Todas las noches ampliaba el tejido de sus fantasías hasta que el sueño, con su abrazo de olvido, ponía fin a alguna escena llena de color.
• Si quieres besarme en algún momento de la noche, Nick, no tienes más que decírmelo y te atenderé con mucho gusto.
• —¿Que no se puede repetir el pasado? —exclamó Gatsby, lleno de incredulidad—. ¡Claro que se puede!
• Las tranquilas luces de las casas tarareaban en la oscuridad, y había un estremecimiento, una agitación entre las estrellas.
• Luego la besó. Al contacto con sus labios, Daisy se abrió para él como una flor y culminó su encarnación.
• Lentamente, las blancas alas de la embarcación se deslizaban sobre el fresco límite azul del cielo.
• en su rostro aparecía una emoción tras otra como objetos que surgieran lentamente en una fotografía al revelarla.
• Si fuésemos jóvenes nos levantaríamos y bailaríamos.
• es preciso convertir la propia casa en una pocilga para tener amigos..., en el mundo moderno.
• Cumplía treinta. Ante mí se extendía la prodigiosa y amenazadora senda de una nueva década.
• era demasiado sensata para trasladar de una época a otra sueños olvidados.
• Y así seguimos avanzando hacia la muerte a través del frescor del crepúsculo.
• historias románticas que no eran cosas del pasado, arrinconadas en un armario con un poquito de espliego,
• el manto del uniforme que le hacía invisible podía caérsele de los hombros en cualquier momento.
• aunque ella se hubiera marchado, seguía impregnada de melancólica belleza.
• Vale usted más que todos ellos juntos.
• fantasmas desdichados, que respiraban sueños en lugar de aire, iban sin rumbo de aquí para allá...
• —Hemos de aprender a mostrar nuestra amistad hacia un hombre cuando está vivo y no cuando ha muerto —sugirió—.
• Enfadado, medio enamorado de ella y tremendamente pesaroso, me fui de allí.
• su sueño tuvo que parecerle tan cercano que difícilmente podía dejar de alcanzarlo.
• Se nos escapa en el momento presente, pero ¡qué importa!; mañana correremos más deprisa, nuestros brazos extendidos llegarán más lejos... Y una hermosa mañana...
  Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados sin descanso hacia el pasado.

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Una novela sobre los sueños que alberga el corazón humano, llena de misterio, amor y nostalgia, hacen de estas páginas, un gran libro.

5/5

Lo mejor: La narración.

Lo peor: Se disfruta más con una segunda lectura.

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