26 de junio de 2013

Las cosas que no nos dijimos

Titulo: Las cosas que no nos dijimos
Autor: Marc Levy
Año: 2008 (2011)
Traducido por: Isabel González-Gallarza

Editorial: Planeta
Temática: Ficción Moderna y Contemporánea
Páginas: 352
ISBN: 978-84-08-10340-0

Sinopsis: Cuatro días antes de su boda, Julia recibe una llamada del secretario personal de Anthony Walsh, su padre. Walsh es un brillante hombre de negocios, pero siempre ha sido para Julia un padre ausente, y ahora llevan más de un año sin verse. Como Julia imaginaba, su padre no podrá asistir a la boda. Pero esta vez tiene una excusa incontestable: su padre ha muerto.

  • —Bueno, ¿qué te parece?
    —Vuélvete y deja que te mire.
  • —Es perfecto, bueno, no, tú eres perfecta, no el vestido.
  • Allí también, las orillas del río Hudson, acondicionadas, acogían ahora un paseo para ciclistas, adeptos del jogging y enamorados de los bancos típicos de las películas de Woody Allen.
  • Tantas noches pasadas acechando su vuelta, tantas mañanas en que, en la acera, camino del colegio, saltaba de adoquín en adoquín, inventando una rayuela imaginaria y jurándose que si la respetaba al milímetro se aseguraría el regreso de su padre.
  • —Por una vez, hablo en serio; ¿en qué piensas en este preciso instante? Es importante que te acuerdes. ¡Este momento siempre formará parte de tu vida, créeme!
  • Uno nace solo y muere solo.
  • Julia levantó la mirada al cielo.
    —Ni una sola nube, un cielo entero azul, azul, azul;
  • —Usted ha traído al mundo un peluche, señorita, y yo una niña, ¡así que haga el favor de guardarse sus lecciones sobre la vida!
    —Tiene razón, las niñas no son como los peluches, ¡no se les pueden coser con aguja e hilo las heridas que se les hacen!
  • La enfermedad no había mermado en nada su aplomo. Conservó su sentido del humor hasta su última frase.
    —¿Cuál fue esa frase? —preguntó Julia tomando la mano de Stanley entre las suyas.
    —¡Te quiero!
  • Por muchas burradas que nos soltemos, eres mi mejor amiga, y yo también te quiero.
  • Pulsó la tecla, se oyó un clic, y los párpados de lo que ya no era una mera estatua se abrieron; el rostro esbozó una sonrisa y la voz de su padre preguntó:
    —¿Ya me echas un poquito de menos?
  • —¿Has vuelto a la Tierra para pasar la aspiradora por mi casa?
    —Hacer la compra, vigilar la casa, contestar al teléfono, proporcionar respuestas a todo tipo de preguntas...;
  • —¿Sabes cuántas personas se dicen en los últimos instantes de su vida: «Si lo hubiera sabido, si hubiera podido comprenderlo o darme cuenta, si hubiera podido decirles, si supieran...»
  • —¿Por qué? ¿Para qué? —preguntó Julia, estupefacta.
    —Para que podamos disfrutar de estos últimos días que nunca tuvimos, unas horas más robadas a la eternidad, sólo para que tú y yo podamos al fin decirnos todas las cosas que no nos dijimos.
  • Pero piénsalo bien. ¿Cuántas personas querrían pasar unos días más con un padre o una madre que acaba de morir? No tendrás una segunda oportunidad.
  • Es triste decirlo, en fin, al menos para mí, ¡pero soy como una linterna desechable! Seis días de luz y, después, el gran salto a las tinieblas.
  • El futuro es un lujo que no podemos permitirnos.
  • —Con dos frasecitas de nada ya nos hemos dicho muchas cosas, ¿no te parece?
  • su aparición inesperada bajo su ventana tenía a fin de cuentas un toque muy romántico.
  • no nos pasaremos las veladas viendo la televisión sin decir nada, sino que iremos a pasear juntos y hablaremos. Por eso he vuelto desde tan lejos.
  • —Quizá si empezaras por contarme lo que te preocupa...
  • Julia cogió el pequeño reloj dorado. Le faltaba el cristal que protegía la esfera. Lo acarició con la punta de los dedos.
    —Es realmente bonito —dijo retrasando el minutero.
    Y, bajo el impulso de su gesto, la manecilla de las horas también se lanzó marcha atrás.
    —Estaría tan bien poder volver atrás.
  • Si tienes la oportunidad de hacer un viaje así, ve sin dudarlo.
    —¿Y si fuera demasiado tarde?
    —Sólo es demasiado tarde cuando las cosas son definitivas.
  • Si no lo haces por ti, hazlo por una de mis grandes amigas, te la presentaré algún día, es una madre estupenda.
    —¿Quién es? —preguntó ella con una pizca de celos en la voz.
    —Tú, dentro de unos años.
  • Nada podrá sustituir nunca el contacto humano.
  • —Tenemos que hablar —lo interrumpió Julia.
    —¿No puede esperar a esta noche?
  • ¿Qué puede haber peor que engañar a alguien que confía en ti hasta el punto de no preguntarte nada?
  • —¿Por qué no lo he sabido nunca?
    —¿Quizá porque estabas demasiado ocupada viviendo tu vida?
  • ¡los viajes que uno hace de joven lo marcan para toda la vida!
  • —Márchate con quien quieras pero no vayas a enamorarte de un canadiense que te retenga en su país. ¡Un solo día sin ti se me hace largo, y ya estoy empezando a aburrirme!
  • —¡Te preocupa demasiado lo que los demás piensan de ti!
  • La bóveda representa un cielo cuajado de estrellas, ¡es preciosa!
  • Alguien que se hiciera daño y no manifestase ninguna expresión de dolor no parecería muy auténtico.
  • —¡El mundo es un pañuelo!
  • lo recuerdo como si fuera ayer.
  • caminaba hacia ti, sin saber ni comprender qué era esa fuerza que me impulsaba a seguir avanzando.
  • Y nuestros gritos se mezclaban con los vuestros, para animaros, para apagar el miedo, para deciros que estábamos ahí, con vosotros.
  • Y, de repente, en mitad de todos los demás, vi aparecer tu rostro, allá arriba sobre ese muro, tu rostro gris de polvo, y tus ojos. Eras el primer hombre al que descubría así, tú el alemán del Este, y yo la primera chica del Oeste a la que veías tú.
  • Tenías todo ese mundo nuevo que se te ofrecía y me mirabas fijamente, como si un hilo invisible uniera nuestras miradas.
  • Había olvidado tu voz, tus hoyuelos, tu sonrisa, hasta este momento en que veo un dibujo que se te parece y te trae a mi memoria.
  • «El mundo es grande, pero la amistad es inmensa»
  • si tuviéramos que esperar otros diez años para volver a vernos, seguiría pensando en ti todos los días.
  • Habías entrado en mi vida como suele llegar el verano, sin avisar, con esa luz radiante que descubre uno por las mañanas.
  • Es una larga historia, pero es la que me ha llevado hasta aquí.
  • Hace falta mucho amor, mucho espacio. Un territorio que ambas personas inventan juntas, y donde ninguna debe sentir que le falta el aire para respirar.
  • Anthony Walsh tapó la copa con la mano.
    —Creo que todavía tenemos cosas que decirnos.
  • «Mira, esto es el romanticismo alemán, un círculo en medio de un cuadrado», para demostrar que todas las diferencias pueden anularse.
  • —Bueno, ¿qué? —quiso saber Anthony—. ¿Has rememorado ese momento de felicidad?
    —Sí —contestó ella sin abrir los ojos.
    —¿Y a quién veías en él?
  • He lanzado mil hojas de papel arrugado a la papelera de mi despacho, seguro de que, si encestaba, mi deseo se cumpliría; ¡pero la llamada que esperaba no llegaba nunca!
  • —Te echo un montón de menos, ¿sabes?
    —Pues no tenía ni la más remota idea.
  • puesto que las señales, como tú bien dices, me muestran el camino..., tengo entonces que confesarte una cosa.
  • —¿Y en casi veinte años nunca encontraste la ocasión de hablarme de ello?
  • Cada vez que viajaba en avión, buscaba tu rostro entre las nubes, me imaginaba tus rasgos en esas formas que se estiraban en el cielo.
  • era incapaz de derramar una sola lágrima, llorar me habría quitado un poco más de ti.
  • Abrirle tu corazón a un desconocido no es como abrírselo a alguien cercano, no hace que la verdad sea irreversible, no es más que un abandono que se puede borrar con la goma de la ignorancia.
  • ¿de qué servía ir dos veces al mismo lugar cuando había tanto por descubrir?
  • Te amé tal y como eras, y jamás querría que fueras de otra manera, te amé sin comprenderlo todo de ti, convencido de que el tiempo me daría la manera de hacerlo; quizá en medio de todo ese amor olvidara a veces preguntarte si me amabas hasta el punto de abrazar todo lo que nos separa.
  • Eres, y seguirás siendo en mi memoria, lo más hermoso que me ha pasado en la vida. Me doy cuenta ahora de cuánto te amo al escribirte estas palabras.
  • Basta a veces algo insignificante, un objeto recuperado, un olor, para que vuelva a nuestra memoria alguien que ya no está.
  • —Demasiado tarde es un concepto que sólo se aplica a las cosas que ya son definitivas.
  • Es tanto más fácil seguir lamentándose, lloriqueando sobre lo que podría haber sido y no fue.
  • Después de todo, vivir en un drama es una manera de existir como otra cualquiera.
  • ¿De verdad que la has perdido?
    —¡Te lo acabo de decir!
    —No te creo, ese tipo de cosas nunca desaparecen del todo. Un buen día vuelven a aparecer, surgen del fondo del corazón.
  • —Ya te lo he dicho, Julia, sus últimas palabras fueron para decirme que me amaba. ¿Qué más querría saber? ¿Otras excusas, otros motivos de arrepentimiento? Esas pocas palabras suyas valían más que todas las cosas que olvidamos decirnos.
  • la libertad es un reto enorme, la mayoría de los hombres aspira a ella, pero no sabe cómo emplearla.
  • —¿De qué hemos hablado tú y yo en los últimos veinte años?
  • —¿Por qué me haces ahora todas estas preguntas?
    —Porque tú a mí no me haces ninguna.
  • —¿Lo dices de verdad?
    —No lo sé, en cualquier caso, me siento más ligero ahora que te lo he dicho.
  • Ya te lo he dicho, aprende a no tener miedo de las palabras. Las palabras adecuadas son importantes.
  • Quizá no habríamos perdido todo este tiempo, quizá habríamos sido amigos. Reconoce que habría sido estupendo ser amigos.
  • Ahora era todo tan diferente que su memoria parecía referirse a otra vida.
  • —¿Sabes?, había otras casas aquí. Las fachadas eran decrépitas, no tenían muy buen aspecto, pero por dentro eran acogedoras, era...
    —Mejor en tu recuerdo, sí, así es como suele ser —dijo Anthony con voz tranquilizadora—. La memoria es una artista extraña, redibuja los colores de la vida, borra lo mediocre y sólo conserva los trazos más hermosos, las curvas más conmovedoras.
  • —¡Qué malas pulgas tienes, menos mal que al menos eres guapo y así compensas!
  • —Hija mía, aun a riesgo de irritarte un poco más, permíteme que te diga que el único fantasma en tu vida soy yo.
  • un día superarás la impresión de amargor que te impide apreciar el sabor de las cosas.
  • En un día puede suceder de todo, nunca es tarde, créeme.
  • deja de pasarte la vida huyendo de la gente a la que quieres en lugar de afrontarla.
  • Tuve miedo de ser para siempre un padre separado de su hija,
  • Pero cuidado con la soledad, es una compañía peligrosa.
    —¿Es que tú has conocido la soledad?
    —Nos hemos frecuentado mucho ella y yo, largos años, si es lo que quieres saber, pero me bastaba con pensar en ti para ahuyentarla.
  • Mira, aquí tienes otras palabras sinceras: te he echado de menos, Julia, y ya no puedo hacer nada para recuperar esos años perdidos.
  • creía tener obligaciones, un papel que interpretar, cuando el único y el verdadero escenario de mi vida eras tú.
  • ¿qué derecho tengo a reaparecer en la vida de Tomas de repente?
    —¿El derecho a una segunda oportunidad, tal vez?
  • ¿Te imaginas hasta qué punto hay que amar para aprender a no vivir más que por vosotros, sabiendo que lo olvidaréis todo de vuestros primeros años, que en los años venideros sufriréis por lo que no hayamos hecho bien, que llegará un día, irremediablemente, en que os separaréis de nosotros, orgullosos de vuestra libertad?
  • ¿Ves, Julia mía?, sin embargo, ningún padre ni ninguna madre se vanagloria de ello, en eso consiste amar, y no tenemos elección puesto que os amamos.
  • Querías que habláramos de todo, y sólo hemos hablado de mí. Tienes que recuperarte, nos quedan dos días, para nosotros dos solos, para decirnos todas las cosas que nunca nos dijimos.
  • Recuerdo el color de su pelaje, era azul, de un azul que sólo tú podías describir, como si tus palabras fueran lápices de colores.
  • —¿Sabes? —dijo sentándose—, tiene gracia, todos encontramos buenas excusas para no permitirnos amar, por miedo a sufrir, por miedo a que un día nos abandonen. Y, sin embargo, cuánto amamos la vida, pese a saber que algún día nos abandonará.
  • —Deja de proyectarte en el futuro, Julia. No hay platos rotos que reparar. Sólo hay cosas que vivir, y nunca ocurre como uno había previsto.
  • Sal, párate bajo cada ventana iluminada, levanta la cabeza, pregúntate qué sientes cuando creas reconocer su silueta tras una cortina; y si piensas que es él, grita su nombre desde la calle, te oirá, bajará o no, te dirá que te ama o que te largues para siempre, pero al menos sabrás a qué atenerte.
  • —¿Crees que algún día se deja de sufrir por amor? —preguntó Julia en el umbral de la puerta.
    —¡Si tienes suerte, nunca!
  • Tantas cosas que decirte y tan poco tiempo. Quisiera que rieras, mi vida, que corras a decirle a tu padre, que va a esconderse a la ventana para llorar, que no llore más, que lo reconozco a veces, dile que sé quién es, dile que recuerdo cómo nos hemos amado puesto que lo amo de nuevo cada vez que viene a verme.
  • Si los vientos nos son propicios, nuestras vidas terminarán por volver a cruzarse en una ciudad o en otra.
  • —¿Estás llorando? —le preguntó Julia acariciándole la mejilla.
    —No, no es más que una mota de polvo que se me ha metido en el ojo, ¿y tú?
    —Otra mota igual, su hermana gemela será, qué tontería porque no hay viento.
  • —¿Por qué este viaje?
    —No tenía ninguna dirección a la que contestarte. Tu carta había tardado veinte años en llegarme, ya no confiaba en el correo.
  • pensaba haber conocido el miedo en los escenarios de la guerra, pero me equivocaba por completo, no era nada comparado con lo que siento a tu lado en esta habitación, ante la idea de perderte de nuevo.
  • He caminado por ciudades de todo el mundo en busca del aire que respirabas. Dicen que los pensamientos de dos personas que se aman siempre terminan por encontrarse, así que me preguntaba a menudo antes de dormirme por las noches si tú también pensabas en mí cuando yo pensaba en ti;
  • Me juré no volver nunca a amar así, es una locura, un abandono de sí mismo imposible. El tiempo ha pasado, también el nuestro, ¿no crees?
  • —Voy a revelarle la parte de verdad que menos daño le haga.
    —Lo que más daño hace en el amor es la cobardía.
  • —Lo importante, querida, no es saber en qué ciudad o en qué rincón del mundo está el otro, sino qué lugar ocupa en el amor que a él nos une.
  • —Tenemos muchas cosas que contarnos tú y yo, bueno, sobre todo tú, pero eso tendrá que esperar, tu padre acaba de sufrir un desmayo.
  • —Ya lo ve usted mismo, mi querido Adam, las cosas no siempre son como parecen...
  • si tu padre llamara a la puerta de tu casa al día siguiente de su muerte, si la vida te diera el regalo de pasar unos momentos más con él, seis días para poder deciros todas las cosas nunca confesadas, para revivir todos los secretos de tu infancia, ¿no aprovecharías esa oportunidad, no aceptarías ese viaje aunque fuera absurdo?
  • Conquistar a tu madre, amarla, tener una hija suya, habrán sido las elecciones más importantes de mi vida, las más hermosas, aunque haya necesitado muchísimo tiempo para encontrar las palabras adecuadas para decírtelo.
  • quizá sea mejor equivocarse por torpeza, por exceso de amor, que quedarse sin hacer nada.
  • —¿Por qué no te he conocido antes? — preguntó Julia.
    —Los padres y los hijos tardan a veces años en conocerse.
  • —Duerme, mi vida, te quiero.
  • Dondequiera que vaya ahora, llevo conmigo el recuerdo de un amor infinito, mi amor por ti.
  • Incluso en mis ausencias no estaba tan lejos de ti como creías; aunque sea torpe, aunque no se me dé bien, te quiero.
  • —¿De qué me sirve recorrer la Tierra para traer la verdad de los demás si me miento a mí mismo, de qué me sirve ir de país en país cuando la mujer a la que amo no está en ninguno de ellos?
  • Se besaron, y fue un beso muy largo, como el de dos personas que se aman hasta el punto de olvidarse del resto del mundo.
  • Julia alzó los ojos, una nube cruzaba el cielo de Nueva York, ella sonrió al mirar la forma que adoptaba.
    —Lo voy a echar mucho de menos.
    —¿A quién?
    —A mi padre. Y ahora, ven, vamos a pasear, tengo que presentarte mi ciudad.
    —¡Pero si estás descalza!
    —Eso ya no tiene ninguna importancia, mi amor —contestó Julia.

2 comentarios:

  1. Hola^^ como ya viste por mi blog, adoré este libro, me gusta tu entrada, una de las partes más bonitas es esta (la subí a mi ask)http://ask.fm/SWSpls/answer/47016453397
    http://ask.fm/SWSpls/answer/46864817429
    PD: Te sigo<3

    ResponderEliminar
  2. Hola

    Es una novela que me llama la atención desde hace tiempo quizás la lea

    un beso

    ResponderEliminar