23 de octubre de 2013

Los años de peregrinación del chico sin color

Titulo: Los años de peregrinación del chico sin color
Autor: Haruki Murakami
Año: 2013 (2013)
Traducido por: Gabriel Álvarez Martínez

Editorial: Tusquets
Temática: Ficción Moderna y Contemporánea
Páginas: 320
ISBN: 978-84-8383-773-3

Sinopsis: Cuando Tsukuru Tazaki era adolescente, le gustaba sentarse en las estaciones a ver pasar los trenes. Ahora, con treinta y seis años, es un ingeniero que diseña y construye estaciones de tren, pero en el fondo no ha dejado de ver pasar los trenes. Lleva una vida holgada, tranquila, tal vez demasiado solitaria. Cuando conoce a Sara, algo se remueve en lo más profundo de su ser. Y revive, en particular, un episodio de su juventud: dieciséis años atrás, cuando iba a la universidad, el que había sido su grupo de amigos desde la adolescencia cortó, sin dar explicaciones, toda relación con él. Así empezó la peor época de su vida, hasta el punto de que acarició la idea del suicidio. ¿Ha acabado esa época? ¿Es posible que aquello le marcara más de lo que él cree? Tsukuru decide entonces ir en busca de cada uno de los miembros del grupo para averiguar la verdad. Con la pieza de Liszt titulada Los años de peregrinación como leit-motif, comenzará esa búsqueda, que le llevará a lugares tan dispares como la ciudad de Nagoya o Finlandia, o tan recónditos como algunos sentimientos. Decididamente, a Tsukuru le ha llegado la hora de subirse a un tren.

  • Desde el mes de julio del segundo curso de carrera hasta enero del año siguiente, Tsukuru Tazaki vivió pensando en morir.
  • Al igual que el personaje bíblico que sobrevivió en el vientre de una ballena gigante, Tsukuru cayó en las entrañas de la muerte y pasó aquellos días interminables en una oscura y turbia cavidad.
  • Entonces ante él abría sus fauces un abismo sombrío que comunicaba directamente con el corazón del infierno.
  • un buen día, sus cuatro mejores amigos, con los que tantas cosas había compartido, le comunicaron que no querían volver a verlo, y tampoco hablar con él.
  • A menudo pensaba en lo mucho que le habría gustado tener un apellido con un color. Entonces todo habría sido perfecto.
  • Perder no está entre nuestras opciones, ¿vale? ¡Perder no es una opción!
  • —Lo importante es la voluntad de ganar —solía decir—.
  • La gente con la que se cruzaba no podía evitar volver la cabeza a su paso para mirarla.
  • Era una lectora empedernida; siempre llevaba un libro en la mano.
  • Si hubiera que definirlo con algún color, éste habría sido desvaído.
  • Igual que un árbol joven absorbe los nutrientes del suelo, Tsukuru tomaba del grupo el sustento que la adolescencia requiere, y lo transformaba en el valioso alimento que le permitiría crecer, o lo reservaba y almacenaba en su cuerpo como fuente de energía para cuando lo necesitase.
  • Los cuatro con color y Tsukuru Tazaki, el chico sin color.
  • —Existir y seguir existiendo era en sí un propósito.
  • Era como intentar evitar que el viento apagase una cerilla encendida.
  • —Los objetivos concretos simplifican la vida —sentenció Sara.
  • Un lugar donde el tiempo fluía lentamente y lo esperaban amigos en quienes siempre podía confiar.
  • Le dijeron adiós gesticulando con grandes aspavientos frente a las ventanillas del tren. Igual que si se despidieran de un soldado que partiera al frente, en tierras lejanas.
  • ¿No te pareció que era una lástima perder a unos amigos tan valiosos por una tontería?
  • Eran mis mejores amigos, estaba tan unido a ellos que eran como una parte más de mi cuerpo.
  • Empezó a percibir matices diferentes en los colores de los objetos cotidianos, como si un insólito filtro los cubriera.
  • Su vida pendía de un hilo, y le parecía que, con sólo darse la vuelta en la cama, caería en un abismo, en un vacío. Pero no tenía miedo. Tan sólo pensaba en cuán simple sería caer.
  • Cada cierto tiempo, un enigmático crepúsculo reemplazaba a la oscuridad infinita, pero ésta siempre regresaba. Se hallaba en los últimos confines habitables por cualquier ser humano. Al mismo tiempo, de vez en cuando, también había vida.
  • Los celos —por lo que Tsukuru coligió de su sueño— son la prisión más desesperanzadora del mundo. Porque es una prisión en la que el preso se confina a sí mismo. Nadie lo mete a la fuerza. Uno entra por voluntad propia, cierra con llave desde dentro y lanza la llave por entre los barrotes.
  • —Perdona que te lo diga, pero encontrar un tema de interés específico en la vida ya me parece suficiente logro.
  • Emanaba esa belleza armoniosa que uno sólo descubre después de observarla repetidas veces.
  • —Es Le mal du pays, de Franz Liszt. Forma parte del libro Première année: Suisse, de los Años de peregrinación.
  • Quiere decir nostalgia o melancolía por la tierra de uno, pero también, para algunos, es «la tristeza, sin razón aparente, que la contemplación de un paisaje bucólico despierta en el alma». Como ves, no es fácil de traducir.
  • —A fin de cuentas, pensar libremente significa también distanciarse del cuerpo. Salir de esa jaula que te limita. Romper las cadenas y simplemente darle alas a la mente.
  • Ninguna persona normal puede hacerlo.
    —Pero tú lo intentas.
  • —Todo tiene su molde. El pensamiento también. Pero así como no hay que temer a los moldes, tampoco hay que tener miedo de romperlos. Eso es lo esencial para poder ser libres: sentir respeto y aversión hacia los moldes.
  • El dolor por haber sido rechazado abiertamente por sus cuatro mejores amigos seguía ahí, inalterado. Sólo que ahora subía y bajaba como la marea. Unas veces afluía hasta sus pies y otras se retiraba, a tanta distancia que no podía verlo.
  • qué significa que uno deba vivir sabiendo que tarde o temprano morirá.
  • —El mundo no se pone patas arriba tan fácilmente —le contestó Haida—. Las que están patas arriba son las personas.
  • Si uno lo escuchaba concentrado, experimentaba la inconfundible sensación de trasladarse a otro lugar.
  • —Mozart y Schubert murieron jóvenes, pero su música vivirá eternamente.
  • «Disculpa, ¿te importaría morir en mi lugar?».
  • —En este mundo existen colores buenos, deseables, y colores que transmiten malas vibraciones. Colores alegres y colores tristes. Hay personas con un halo intenso y otras con un halo difuso.
  • —Una vez que aceptas morir, adquieres una habilidad excepcional.
  • Todo se torna claro, como si la niebla se disipase. Entonces divisas cosas imposibles de ver de otro modo.
  • En mi vida he visto morir a mucha chusma. Si ellos pudieron, yo no voy a ser menos.
  • —¿Y qué pasa con lo que hay después de la muerte?
  • No merece la pena pensar en algo que, por mucho que uno se esfuerce, nunca conseguirá saber.
  • Aprovéchala al máximo. Por muy superficial y monótona que sea la vida que te espera, merece la pena vivirla.
  • Utiliza el hilo de la lógica para coser a tu cuerpo, lo mejor que puedas, aquello que merece la pena vivir.
  • —Tienes que enfrentarte al pasado, no ya como un estudiante ingenuo y vulnerable, sino como todo un profesional
  • Si no lo haces, te pasarás el resto de tu vida cargando con ese lastre.
  • A ti sí quiero abrirte mi alma. Lo digo de verdad. Por eso te cuento todo esto.
  • No entraba ni una pizca de luz. Aun así, supo que había alguien más en la habitación. Alguien que lo observaba agazapado en la negrura. Y ese alguien, amparado por las sombras, contenía la respiración, sofocaba su propio olor y cambiaba de color como un animal capaz de mimetizarse con su entorno.
  • Estaba tan concentrado en el libro que parecía hallarse en otro planeta.
  • Decidió meter aquella duda, con la etiqueta «sin resolver» pegada, en un cajón, y regresar a ella otro día. En su interior había ya varios cajones como ése, todos con numerosas dudas aplazadas.
  • Tsukuru comprendió lo mucho que su amigo significaba para él. Se dio cuenta de cuánto color había traído a su vida cotidiana.
  • «¿Qué impronta he dejado yo en mi amigo?»
  • «Tal vez mi destino sea estar solo. La gente se acerca a mí y al poco tiempo se marcha.»
  • Los cerezos florecieron y, al poco tiempo, las flores se deshojaron. Aun así, no sabía nada de su amigo.
  • Quizá, quién sabe, algún día volvamos a vernos —añadió, como quien hace una pequeña anotación en el margen de una página.
  • Se metió el sobre en el bolsillo de la chaqueta. Dentro iban las vidas de sus cuatro amigos, escuetamente resumidas y bien dobladas.
  • El dolor seguía ahí. Pero ahora tenía algo que hacer.
  • Debía de haber algo más, algo que nosotros desconocíamos.
  • —Ser un recipiente vacío. Un paisaje sin color. No tener ningún defecto, pero tampoco destacar en nada.
  • Ése es uno de los motivos por los que hemos dejado de vernos. Es una pena, pero así son las cosas.
  • Con todo, fue triste comprobar cómo lo que una vez significó tanto para nosotros había ido destiñéndose paulatinamente hasta desaparecer.
  • Sin duda tenían un sinfín de cosas que contarse. Pero, al mismo tiempo, Tsukuru sentía que no les quedaba nada importante que decirse.
  • Ha sido una sucesión de pruebas y errores. Pero he perseverado hasta encontrar mi lugar. ¿Y tú qué?
  • la verdad es como una ciudad semienterrada en la arena. Con el paso del tiempo, unas veces la arena va acumulándose hasta ocultarla; otras, el viento la limpia hasta que emerge por completo.
  • El talento es como un recipiente. La capacidad del recipiente no cambia por mucho que uno se esfuerce. Y cuando el agua llega al borde, rebosa.
  • Hubo una época en la que tuve unos amigos estupendos. Tú eras uno de ellos. Sin embargo, en algún momento de mi vida los perdí.
  • No se pueden devolver los productos una vez que has roto el precinto. No queda más remedio que seguir adelante.
  • A lo largo de nuestra vida vamos descubriendo poco a poco nuestro verdadero yo; y, a medida que lo descubrimos, perdemos parte de nosotros mismos.
  • Era como si su cuerpo hubiera perdido todo el colorido tras haber sido expuesta durante largo tiempo a la luz del sol. Su aspecto físico apenas había cambiado, seguía siendo guapa y teniendo estilo..., pero estaba más apagada. Tanto que daban ganas de coger el mando de la televisión para subirle el brillo.
  • —No te preocupes —dijo Sara mientras le acariciaba la espalda—. Abrázame. Con eso basta.
  • Hay tiempo, y yo te esperaré.
  • dejaba que los pensamientos fluyesen por su mente sin ninguna atadura. Era como soltar a un perro en un prado.
  • Cerró los ojos y durante un rato vagó a la deriva por ese mundo de dolor, como si sumergiese su cuerpo en agua. Intentó consolarse pensando que al menos sentía dolor. Más penoso habría sido no sentir nada.
  • Al abrir los ojos, tuvo la impresión de que el mundo había cambiado.
  • Las vacaciones y los amigos son las dos mejores cosas de esta vida.
  • Una medialuna blanca colgaba nítida del cielo. Parecía una piedra pómez desgastada. Alguien la había lanzado al cielo y por algún motivo se había quedado allí suspendida.
  • —En la vida siempre hay cosas demasiado complicadas para explicarlas en cualquier idioma.
  • El corazón humano es un pájaro nocturno. Espera algo en silencio y, cuando llega el momento, alza el vuelo y se dirige en línea recta hacia ello.
  • transmitía una calma semejante a cuando uno toca un tejido hecho de material natural o cuando uno se sienta a contemplar el paso de las nubes
  • —Tardarán dos horas en volver de la ciudad. Hasta entonces, tenemos que hablar de muchas cosas.
  • Caminé hasta el filo, eché un vistazo al abismo y no conseguí apartar los ojos. Pero al final me las apañé para dar media vuelta y regresar al mundo.
  • —¿Que yo te gustaba?
    —¿No lo sabías?
    —Claro que no. No tenía ni idea.
  • ciertos sueños quizá sean más verídicos que la propia realidad.
  • —Desapareciste, pero siempre estuviste ahí —dijo Eri.
  • es estupendo que alguien necesite de alguna forma lo que haces.
  • los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida.
  • —Si en aquel entonces yo te hubiera dicho que me gustabas, ¿habrías querido salir conmigo?
  • Hemos sobrevivido. Tú y yo. Y los que sobreviven tienen un deber que cumplir, que es seguir viviendo hasta el final. Aunque muchas de las cosas que hagamos sean imperfectas.
  • Ve a por ella, ocurra lo que ocurra. Si empiezas a poner distancia entre los dos, quizá jamás vuelvas a conseguir a nadie.
  • —De acuerdo, te ves como un recipiente vacío. ¿Y qué? ¿Qué importa eso? —dijo Eri—. Si es así, entonces eres un recipiente maravilloso y muy atractivo. Nadie se comprende de verdad a sí mismo, ¿no crees? Basta con que sigas siendo un bonito recipiente. Un recipiente que cause buena impresión y en el que a alguien, de pronto, le apetezca meter algo.
  • Por algún motivo, las palabras adecuadas siempre llegan demasiado tarde.
  • —Escucha, Tsukuru, grábate bien esto: no es verdad que no tengas un color. Lo único que no tiene color es tu nombre.
  • A ti no te falta nada. Ten valor y confianza. Es lo único que necesitas. No pierdas a nadie importante por culpa de miedos y orgullos estúpidos.
  • «La vida es como una compleja partitura», pensó Tsukuru. «Está llena de semicorcheas, fusas, signos raros, anotaciones indescifrables. Leerla correctamente es una tarea ardua y, aunque uno lo consiga, no siempre la interpreta de la manera correcta ni la valora en su justa medida. No siempre hace felices a las personas. ¿Por qué vivimos de una manera tan enrevesada?»
  • El motivo por el que todos los pasajeros que bajan las escaleras de la atestada estación de Shinjuku por las mañanas miran hacia abajo no es porque sean infelices, sino más bien porque están atentos a sus pasos.
  • quizá esté justificado llamar sociedad infeliz a aquella en la que uno no puede ir al trabajo todas las mañanas sin preocuparse de perder un zapato.
  • Sólo necesitaba saber la hora exacta. Así lo veía él. Para su vida diaria, le bastaba el más sencillo de los relojes digitales Casio.
  • El paraíso se pierde cuando uno menos se lo espera.
  • La vida es larga y a veces cruel. En algunos casos, hacen falta víctimas. Alguien tiene que asumir ese papel. Y los cuerpos, frágiles y vulnerables, están hechos para sangrar al cortarse.
  • Tsukuru fue tranquilizándose, cerró los ojos y poco a poco fue quedándose dormido. A medida que se sumía en el sueño, su lucidez daba los últimos coletazos, cada vez más fuertes, cada vez más veloces, como el último expreso del día, hasta desaparecer engullida por la noche. Sólo quedó el rumor del viento entre los abedules.

6 comentarios:

  1. Esta entrada me ha dado unas ganas terribles de leer el libro, ¡espero que me guste!
    Un beso :)

    ResponderEliminar
  2. Me encantó tu blog. Siempre me gusta rescatar frases de los libros, y vos los hacés de una manera genial.
    Me quedo leyéndote. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  3. Hala, qué velocidad!! Yo estoy deseando leerlo
    Besos

    ResponderEliminar
  4. No he leído nada del autor, pero este tiene una pinta genial!!
    Un besote!

    ResponderEliminar
  5. A mí que me da la sensación de que es algo similar a su otro libro Tokio Blues, y no me gustó nada, creo que pasaré de este autor al menos durante un buen tiempo.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  6. Yo ya leí 3 de sus libros:
    1. El Chico sin color
    2. Al sur de la frontera
    3. Tokio Blues

    Sinceramente me parece que está hablando del mismo personaje en diversas situaciones, todo el ambiente e historia de cada libro, contiene los mismos elementos que por momentos no sientes que sean historias diferentes.

    Eso me decepciono un poco, sin embargo tengo dos libros más que leer de él para poder definir si me convierto en #MurakamiLover o definitivamente podría darme igual.

    ResponderEliminar