Una madre

Titulo: Una madre
Autor: Alejandro Palomas
Año: 2014 (2014)

Editorial: Siruela
Temática: Ficción Moderna y Contemporánea
Páginas: 248
ISBN: 978-84-16120-53-6

Sinopsis: Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido. Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera...

• Mamá había dicho que ella misma compraría las flores, pero con tanto ajetreo se le ha olvidado pasar esta tarde por la floristería y nos hemos quedado sin.
• como dos raíles en paralelo cruzando el tiempo,
• verdades que a veces suenan como bofetadas y que a todos nos desarman.
• «Hay que saber cambiar de marcha a tiempo, aunque la dirección sea la misma y la velocidad también»
• una pequeña tuerca del andamiaje que nos sustentaba sobre lo real se desprendió,
• el abismo de lo peligroso nos llama, hipnotizándonos desde lo oscuro.
• cuando arde una cerilla, llora una raíz,
• se miran desde ángulos demasiado obtusos, sin lugar para el reflejo.
• todo el mundo se merece que le den una oportunidad.
• Bajo la luz de las farolas, los bancos de madera parecen baúles abiertos y vacíos
• Seguimos unos segundos en silencio, mirando al cielo los dos, ella fumando, yo esperando. Qué difícil es hablar así, sabiendo que todo lo que no sea hablar de lo que realmente importa es simplemente ruido. Huecos a rellenar.
• Le brillan, llenos del reflejo del enjambre de farolas que pueblan el parque–. No lo entiendes.
• Fue casi un año intentando vadear juntos aguas poco claras, ella queriendo hundirse, yo tirando de ella para sacarla a flote.
• Esta noche vibra el aire y, en el cielo, jirones de nube se deslizan en silencio sobre una luna entre gris y rojiza como una moneda vieja.
• Sobre su cabeza, en el azul, la estela blanca de un avión recorría el cristal como un lápiz imaginado–.
• un error que no había que corregir sino dejar atrás,
• No podemos seguir pidiendo perdón por vivir.
• dejándonos de puntillas sobre sus puntos suspensivos, convertidos de pronto en un círculo de funámbulos que se tambalean sobre el mismo cable, a la espera de que el cable se alargue y nos muestre la orilla contraria–.
• No es valiente, simplemente desconoce el peligro.
• el pasado prolonga su sombra sobre lo que todavía estamos aprendiendo a ser.
• Con ella aquí todo sería perfecto.
• daba sentido y peso a muchas cosas que quizá no lo habían tenido,
• Con el tiempo aprendemos que los mapas son de quien los dibuja, no de quien los persigue, y que en la vida sonríe más quien mejor dibuja, no quien más empeño pone en la búsqueda.
• «Que la vida pase de largo. Que no me encuentre»
• el tiempo, el que nos unía, era hacia delante y en línea recta...
• Donde ella quería saber, yo quería tiempo para entender por qué.
• un paréntesis de cosas no dichas en el que me dejo mecer para poder así seguir pensando en mí,
• Cuando levanto la vista, me encuentro con sus ojos verdes clavados en los míos.
• esa tórrida tarde de junio que Sara tropezó con la acera de la vida
• Esa es la magia de la ficción y también el horror de lo real: que la vida no siempre es lo que ocurre, sino las secuelas de lo que parece ser.
• «Cuando caiga, tendremos que estar ahí para recogerla»
• era una mirada cerrada en sí misma en la que quedábamos atrapados cuando nos barría con ella.
• los labios son el altavoz de los ojos, poco más.
• La frase supuestamente susurrada de mamá me llega desde su cuarto y me clava al suelo.
• los primeros cohetes surcan el aire, iluminando el ventanal del salón como luciérnagas de colores.
• Una buena madre tiene que ser como un buen banco.
• La noche empezaba a fundir las calles en grises y el tráfico era otro, en retirada.
• esperar lo que nunca ocurrirá es una muerte demasiado horrible.
• La siento en ella para sentirla, para que no se me pierda, y también para no perderme.
• Empezar a vivir de mayor duele, pero más duele no volver a hacerlo.
• Y si tengo que hundirme para que flotes, me hundiré. Y si tengo que arrancarte del agua para que me vivas, te arrancaré, duela lo que duela.
• No hay nada mejor que hacer en la vida. Para una madre, no.
• –Como bosques alemanes –dijo–. Llenos de huecos donde nunca da el sol.
• a veces podemos pararnos en la acera de la vida y preguntar.
• Siempre nos queda el derecho de querer saber.
• Cuando leí las letras que quedaban todavía por desmontar, sentí un pequeño crujido en el abdomen. Eran solo cuatro.
  MA... MA
• una miríada de franjas rosáceas avanza por el cielo desde el este, adentrándose en tierra.
• «No hay amaneceres violetas sin ojos que los reflejen, ni largos caminos sin pies que los recorran».
• Adentrándonos en los primeros balbuceos del nuevo año.
  Hacia casa.

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Una novela preciosa, fuerte, divertida, como ninguna otra... como una madre.

3/5

Lo mejor: Las madres; las páginas violeta; el cartel luminoso.

Lo peor: Las erratas.

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