5 de junio de 2013

El poder en la sombra

Titulo: El poder en la sombra
Autor: Robert Harris
Año: 2007 (2010)
Traducido por: Fernando Garí Puig

Editorial: Grijalbo
Temática: Género Policíaco y de Misterio
Páginas: 352
ISBN: 978-84-253-4492-3

Sinopsis: Un escritor, contratado para redactar la autobiografía del ex primer ministro británico, no tarda en descubrir que los secretos quese ocultan tras el político tienen implicaciones que afectan a la paz mundial: las verdades mejor guardadas del Estado y las más peligrosas de revelar...

  • En el instante en que me enteré de cómo había muerto McAra tendría que haberme marchado.
  • —¿Accidente? ¿Suicidio? —Hizo un gesto despreocupado con la mano—. Quién lo sabe y qué importa. Fue el libro lo que lo mató.
  • Yo no solo arranco a la gente la historia de su vida, sino que doy a esta una forma que, con frecuencia, no había tenido antes; a veces incluso les otorgo vidas que nunca se han dado cuenta de que han vivido.
  • Somos la mano invisible que hace funcionar el negocio editorial, igual que los trabajadores del Disney World que nadie ve.
  • Los taxis, igual que los falsos amigos, suelen desaparecer a la menor señal de problemas.
  • Decir que era mi novia resulta absurdo: nadie que haya pasado de los treinta tiene «novia».
  • Supongo que tendría que haberme dado mala espina que cuarenta mil años de evolución del lenguaje humano no hubieran logrado producir la palabra adecuada a nuestra relación.
  • recuerden que solo se trataba de labia y que esta, igual que las declaraciones de amor eterno que se hacen a medianoche en la cama de una desconocida, no debe ser presentada en contra de uno a la mañana siguiente.
  • Además, ¿qué historia tiene más sentimiento que la de un tío que, tras haber salido de la nada, acaba dirigiendo los destinos de un país?
  • un colaborador experimentado que sepa plantearle las preguntas que nos descubrirán su corazón.
  • —«Dejarte ir» —repitió con amargura—. Sí, es el eufemismo de nuestro tiempo, ¿verdad?
  • Sin duda, una de las palabras más equívocas en español es «molido», ya que sugiere algo ligero y suave, casi ingrávido; pero a mí me habían molido de otro modo: me habían machacado, zurrado, arrojado al suelo y humillado.
  • Estuve casi una hora sin moverme, mientras las frías sombras de aquel mes de enero se apoderaban de la sala.
  • ¡Todo un mundo nuevo se abre ante ti!
  • Me encanta cuando el gris y aburrido paisaje desaparece bajo el avión y este atraviesa las nubes y sale al sol. ¿Quién puede sentirse deprimido cuando el sol brilla y el resto de pobres diablos siguen atrapados en tierra?
  • El cielo se veía casi blanco de estrellas.
  • cuando salimos de Vineyard Haven y nos adentramos por la carretera, no hubo nada que ver salvo oscuridad.
  • la pared que daba al mar estaba hecha enteramente de cristal y en el paisaje que abarcaba no se veía nada que fuera obra de la mano del hombre, solo el océano, el lago y el cielo.
  • Los buenos libros son todos diferentes, pero los malos son todos iguales.
  • Acabé la última de las seiscientas veintiuna páginas a media tarde («Ruth y yo aguardamos el futuro con ilusión, cualquier cosa que nos tenga reservada»), y dejé el manuscrito.
  • No puede desprenderse del pasado, ¿lo entiende? No puede seguir adelante.
  • —Realmente es usted muy claro para ser un «negro».
  • (he aprendido mediante la dura experiencia a no depender exclusivamente de las pilas);
  • Era como si una bombilla con las palabras «me interesa» hubiera empezado a brillarle en los ojos.
  • Y de repente, ¡estaba enamorado! Enseguida comprendí que mi única salida para volver a verla era coger uno de sus panfletos y presentarme el siguiente martes por la noche, o el día que fuera, y unirme a la sección local del partido. Y eso hice.
  • La gente que suele triunfar en la vida rara vez tiene tendencia a meditar. Su mirada siempre está puesta en el futuro.
  • —La memoria humana es un cofre lleno de tesoros, Amelia —le dije en tono inexpresivo—. La cuestión está simplemente en dar con la llave adecuada.
  • —Volví a Cambridge al comienzo de mi último año y me perdí, me perdí en la vida, si es que se puede decir así.
  • Supongo que estaba asustado, y el miedo trastorna nuestro juicio aún más que el alcohol y el agotamiento.
  • Un libro por escribir constituye un fascinante universo de infinitas posibilidades.
  • Me convertí en político por culpa del amor. No por amor hacia ningún partido ni ideología concretos, sino por amor hacia una mujer que llamó a mi puerta una lluviosa tarde de domingo...
  • «Quien no arriesga no gana»
  • En la escala Richter de las malas ideas, esa sin duda había alcanzado un diez. Un disparate de las proporciones del impacto de un meteorito.
  • —A pesar de todo, no deberían borrarte de la historia.
  • En ese momento estaba tan lejos de acercarme y darle un beso como el primer día que la conocí.
  • «Claro que lo sabe, maldito idiota, su trabajo consiste en saberlo».
  • «Bueno, agente, ya conoce el dicho, “las mejores canciones se tocan con una guitarra usada”»
  • Cansado, me rendí ante mi destino.
  • ¿Cómo iba a saber yo qué había al final del camino?
  • tuve la sensación de que lo que iba surgiendo del montón de datos era como los trazos de un buque fantasma saliendo de la bruma de la pantalla.
  • —No utilice internet. No hable con desconocidos. Y evite especialmente a cualquier mujer que se le acerque.
    —Me recuerda a mi madre.
  • La gente no lo entiende, pero lo agotador no es tener el poder, es perderlo.
  • ¿Sabe?, es en los momentos difíciles cuando uno descubre quiénes son realmente sus amigos.
  • Cuando lo pienso, todavía puedo percibirlo en el fondo de la garganta. Para mí, siempre será el sabor del miedo.
  • Al cabo de unos minutos el perfil de Manhattan apareció ante nuestros ojos, y yo busqué automáticamente el espacio vacío en su luminosa fachada. Resulta curioso cómo una ausencia puede marcar un hito. Pensé que era como un agujero negro, un desgarrón en el cosmos, que podía tragarse cualquier cosa —ciudades, países, leyes— y por descontado a mí.
  • si seguimos justificando la tortura y si simplemente valoramos la victoria en función del número de calaveras de nuestros enemigos con el que adornamos nuestras cavernas, ¿qué será entonces de nosotros?
  • Si nuestro señor Jesucristo fue incapaz de resolver todos los problemas del mundo cuando bajó a vivir entre nosotros, y eso que era el Hijo de Dios, ¿no te parece poco razonable que yo pueda lograrlo en solo diez años?
  • —Resulta curioso —murmuró Lang— lo mucho que todos hemos cambiado y al mismo tiempo hemos seguido siendo los mismos.
  • En estos momentos este libro es material de primera, es la voz de Adam Lang hablándonos desde la tumba. Además, ya no tendrás que seguir trabajando aquí. Puedes acabarlo en Londres. ¿Sabes que tienes un aspecto horrible?
    —¿Su voz desde la tumba? —repetí incrédulo—. O sea, que ahora voy a ser el «negro» de un fantasma, ¿no?
  • —¿Estás seguro de que te encuentras bien? Te veo... diferente.
    —Estoy bien.
    —Si alguna vez me necesitas, sabes que estaré allí para lo que quieras.
    —¿«Allí»? —le pregunté—. No sé tú, pero yo estoy aquí. ¿Dónde es «allí»?
  • Me convertí en el capitán Scott regresando del polo Sur: no me quedaba más remedio que cubrir una determinada distancia si no quería quedarme atrás y perecer irremisiblemente en las salvajes extensiones de las páginas en blanco.
  • Moverse. Esa es la cura contra la depresión. No hay que dejar de moverse.
  • ¿Qué decía que le había dicho McAra por teléfono, justo antes de morir? «La clave de todo está en la autobiografía de Lang...» «Está todo ahí, al principio...»
  • Sin embargo, tal como apreciarán ya que se acercan al último párrafo, esto me pone en un dilema. ¿Debo sentirme contento de que estén ustedes leyendo estas líneas, o no? Contento, desde luego, porque al fin hablo con mi propia voz. Pero también decepcionado, porque significa, naturalmente, que estoy muerto. En fin, como solía decir mi madre: «No se puede tener todo en esta vida».

1 comentario:

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